Una nueva invasión se ha producido en España en el Delta del Ebro. Esta vez se trata del Caracol manzana (Pomacea canaliculata), una bien conocida plaga de los cultivos de arroz y con capacidad de causar severos impactos medioambientales. Para evitar su expansión la Generalitat ha constituido una comisión de seguimiento y ha puesto en marcha las primeras medidas de control.
Conozcamos a esta especie exótica invasora.
Orden: Architaenioglossa
Familia: Ampullariidae
Nombre científico: Pomacea canaliculata
Sinónimos: Ampullaria canaliculata Lamarck, 1822
Nombre común: Caracol manzana, churo
FOTO: Cláudio D. Timm
Descripción
Esta especie es nativa de Sudamérica, donde en general se la conoce como "churo". Es un caracol de agua dulce cuya concha puede alcanzar un tamaño de hasta 10 cm. Su aspecto es globular con concha de color variable de pardo a verduzco. No obstante se han criado en cautividad ejemplares con coloraciones diferentes entre las cuales destaca la variedad dorada. La coloración del cuerpo también varía desde muy oscura a crema pálido.
Habita humedales, cursos de agua, lagos y zonas agrícolas (canales de riego y zonas encharcadas) prefiriendo aguas lentas y donde se alimenta de plantas acuáticas y cultivadas. Tolera amplias fluctuaciones de la calidad del agua, e incluso una baja salinidad. La combinación anatómica de pulmón y branquia le permite sobrevivir en aguas pobres en oxígeno y desplazarse fuera de las mismas. Es más activo por la noche y con temperaturas del agua elevadas. Como otros caracoles es capaz de sobrevivir a períodos de sequía, sin embargo esta especie presenta más resistencia que sus congéneres a las bajas temperaturas.
El caracol manzana presenta sexos separados, alcanza la madurez sexual con 2,5 cm de tamaño y en condiciones optímas (temperatura y abundancia de alimentos) es capaz de reproducirse durante todo el año. Cada puesta consiste en un número medio entre 200 y 600 huevos de color rosa intenso-anaranjado, depositados en forma de racimo y pegados a los tallos de la vegetación o sobre superficies sólidas por encima de la lámina de agua. La eclosión se produce entre 1 y 4 semanas dependiendo de la temperatura. Las densidades que pueden llegar a alcanzar son extremadamente elevadas llegando hasta los 150 individuos por metros cuadrados (registrada en cultivos de arroz en Filipinas). La especie es bastante longeva pudiendo vivir de 2 a 6 años.
Historia de la introducción
Es una especie muy usada junto con sus congéneroe (especialmente Pomacea bridgesii) en acuariofilia por su belleza y tamaño pudiéndose adquirir en tiendas especializadas u obtener mediante intercambio entre particulares. En España su presencia fue descubierta por Miquel Ángel López, Verónica López y Cristian R. Altaba, y ha sido reportada por Televisió de Catalunya el 10 de agosto de 2009 en la zona de Delta del Ebro, entre los municipios de l'Aldea, y Camarles; en esta zona se puede encontrar en lo márgenes del propio río y en diferentes canales de riego. La presunta razón de su llegada al medio natural sería un escape desde un criadero cercano. Las primeras observaciones de las vistosas puestas se realizaron ya en el mes de junio, un hecho que hace pensar que la especie se escapó en números elevados a finales de primavera.
No obstante la acuariofilia no es la única actividad que ha dado lugar a la introducción de la especie en otras parte del mundo. Su cría para uso alimenticio ha sido la principal vía de entrada del caracol manzana en muchos países. A esto se añaden las introducciones accidentales, aprovechando el vacío legal que existe en muchos países.
Una vez introducido el caracol manzana, es dispersado por el hombre (sueltas, escapes por negligencias, etc.) teniendo además la capacidad de ampliar su área de distribución a través de las corrientes de agua.
Impacto
Debido a que solo ahora se está prestando atención a la especie y posiblemente al escaso tiempo que ésta lleva en el medio natural los impactos de la especie no han sido todavía evaluados. Sin embargo su historial de invasividad en otras partes del mundo muestra que nos encontramos frente a una autentica plaga para la cual es necesario tomar medidas urgentes.
La especie fue introducida en 1979 en Taiwán y poco después en Japón para criarla para uso alimenticio. En 1983 de Japón contaba con alrededor de 500 criaderos. Sucesivamente frente al prometedor beneficio económico del “caracol dorado milagroso” la especie fue introducida en Filipinas (1982-1984), China, Corea del Sur, Malasia, Tailandia, Indonesia, Vietnam, Laos, Papua-Nueva Guinea y en las islas Hawai.
Sin embargo el negocio fracasó rápidamente ya que la especie no resultó palatable para la gran mayoría de consumidores. Escapados o soltados los caracoles encontraron en el medio natural y en los cultivos de arroz un hábitat idóneo. Su impacto sobre los cultivos de arroz del sureste asiático ha sido devastador. En la actualidad, en Filipinas, esta plaga, ya conocida desde los años 50 en Surinam, es considerada por los cultivadores de arroz el enemigo número uno, habiendo provocado en un solo año (1990) pérdidas estimadas entre 28 y 45 millones de dólares americanos. Actualmente la especie está presente en 1,2-1,6 millones de Ha de los 3 millones destinados al cultivo del arroz. La especie ha sido introducida también en Estados Unidos donde afecta a los arrozales de Texas y California y a los cultivos de taro en las islas Hawai.
Estudios de modelos climáticos han evidenciado que la especie puede seguir expandiéndose donde ya está presente, y que puede alcanzar también India y Australia.
Desde la perspectiva medioambiental el caracol manzana compite con las especies autóctonas y destruye la vegetación acuática nativa, llegando a modificar profundamente las funciones de los ecosistemas en los cuales se encuentra (alteración del ciclo de nutrientes que favorece los blooms algales).
El caracol manzana es además huésped intermedio del nematodo Angiostrongylus catonensis un agente capaz de causar meningitis en los humanos. La transmisión de este parasito se produce únicamente al consumir caracoles cocinados durante un tiempo insuficiente. Correctamente tratado su consumo no es perjudicial para la salud.
Esta especie ha sido incluida en las 100 entre las peores especies invasoras a nivel mundial por el ISSG/IUCN.
Gestión
La prevención es la única estrategia de manejo segura, ya que una vez que la especie está presente en el medio natural es prácticamente inviable erradicarla. Bajo este prisma, la prohibición de su comercio y robustos sistemas de inspección y cuarentena (éstos últimos para prevenir introducciones accidentales e ilegales) constituyen las medidas más aconsejables.
Se han probado numerosos métodos de control en diferentes partes del mundo.
Los métodos de control mecánico (recolección manual de ejemplares adultos con ayuda de trampas y cebos y retirada de las puestas) han dado buenos resultados en los cultivos, reduciendo considerablemente el número de efectivos poblacionales. Sin embargo este método no sirve para erradicar a la especie y tiene además la desventaja de tenerse que llevar a cabo constantemente y por un elevado número de recolectores.
La eficacia de este método puede implementarse mediante la excavación de zancas poco profundas en las cuales la especie tiende a congregarse y removiendo la vegetación de los alrededores de los bancales de los cultivos para dificultar al máximo la puesta de la especie, obligándola a poner sobre el suelo donde los huevos son más vulnerables.
El uso de barreras mecánicas en los canales de riego puede retrasar la entrada de la especie en los cultivos.
El control químico, mediante el uso de molusquicidas u otras sustancias (por ejemplo con sulfato de cobre) no es aconsejable ya que su eficacia es muy variable, los productos utilizados no son específicos y afectan al resto de fauna además de producir residuos peligrosos para los humanos.
El control biológico parece descartable pues no se conocen enemigos naturales capaces de reducir significativamente sus poblaciones; además, no es aconsejable puesto que la introducción de una nueva especie alóctona puede provocar daños aun mayores e inesperados. El uso de especies nativas para controlar las poblaciones del caracol invasor puede ser una opción a explorar: las anátidas nativas parecen haber dado buenos resultados en Asia y en Hawai, si bien no hayan servido para erradicar a la especie.
Agradecimientos
Nuestro profundo agradecimiento a Cristian Ruíz Altaba que ha revisado el presente texto.
Referencias consultadas
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Altaba C.R., López M.A. y López V. (en prensa). Invasión del caracol manzana en el Delta del Ebro. Quercus.
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